viernes, 18 de enero de 2008

LA MUJER EN "APUNTES DE UN VIAJE", DE JOSÉ MARTÍ

Por Pedro Taveras Muchos llegamos a conocer por primera vez la obra del más universal de los cubanos, como alguien le llamó a José Martí, por cuenta de Fidel Castro, cuando en un acto de valor ante la oscurana de una justicia mediatizada, declaraba que el autor intelectual de un hecho que se le imputaba, era Martí, y que ély sus compañeros sólo lo habían ejecutado.
Se refería Fidel al asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba un 26 de julio, cuya leyenda está recogida ensu libro La Historia me Absolverá.
Me llamaron la atención las ideas de Martí sobre la Mujer, cuando el autor del Moncada, en la clausura del II Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, en 1974, criticaba la poca cantidad de mujeres como dirigentes del Estado y del Partido en esa época.
Terminaba su discurso apelando al Eros martiano (el placer por el profundo amor a la humanidad) para enfilar sus críticas a la cultura machista, citando, ante la presencia de cientos de mujeres.-entre las que se encontraban figuras como Ángela Davis y Hortensia Bussis viuda Allende-, palabras muy bellas que Martí había dicho: "... las campañas de los pueblos sólo eran débiles cuando a ellas no se alistaba el corazón de la mujer, pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
Y siguió citando a Martí cuando dijo que “el alimento natural de la mujer es lo extraordinario”, cuando expresó que “la mujer, de instinto natural, divisa la verdad y la precede” y cuando exclamó que “la mujer vivirá a la par del hombre, como compañera y no a sus pies como un juguete hermoso.".(1)
De esas promisorias palabras han transcurrido treinta y dos años, y hoy esa sociedad contabiliza en la formación de sus profesionales científicos el 52% para la matricula femenina, y representan las mujeres cubanas el 32% de las más altas calificaciones en las diversas manifestaciones del saber.
EL ESCENARIO
Eran días difíciles de la conspiración para lograr la independencia de su patria, cuando Martí sale un 31de enero del 1895 de New York, viaja en el vapor Atlas, acompañado de María Rodríguez, Enrique Collazo y Manuel Mantilla; llega el 7 de febrero a Montecristi después de pasar por Cabo Haitiano. Viene a enfrentar las más grandes adversidades en que se ven los revolucionarios en todos los estadios del desarrollo de la humanidad. Son los momentos en que la historia registra El Manifiesto de Montecristi.
El momento histórico de escribir a don Federico Henríquez y Carvajal, a Antonio Maceo, alClub 10 de Octubre de Puerto Plata
En su tercer y último viaje a Santo Domingo, es decir, a República Dominicana, procedente de las “entrañas del monstruo,” en 1895, y mientras diligenciaba lo que el llamó la guerra necesaria escribió apuntes de un viaje (mi visita a Santo Domingo), (3) un texto personal, y lleno de particularidades.
Son páginas llenas de descripciones del medio ambiente, en especial la vegetación de la zona, recoge el aliento epistemológico de su gente, las situaciones donde el centro de atención es la población humana y en especial, la Mujer como humanidad, la que recrea la patria universal del revolucionario cubano que transita los laberintos de una guerra como antesala de su muerte en Dos Ríos.
La mujer como género está presente en cada momento de la vida del apóstol de la independencia cubana y en su pensamiento radical. La mujer no tuvo un día sino el Día; no fue recuerdo sino presencia, no fue cosmético sino ideología transformadora. En La Edad de Oro insistió en el propósito de que las niñas se prepararan intelectualmente como los varones. Admiraba a la trabajadora y a la madre de familia.
Una de las tantas caracterizaciones del pensamiento de José Martí es la profundidad con que analiza lo que trata; otra es la dimensión humana del amor a los suyos, familiares y amigos, con la misma intensidad con que amó a escala social: "Denme en que servir."
¿Qué lleva a Martí, en medio de la tensión de la lucha revolucionaria, a no separar la vida cotidiana y simple de la lucha por la independencia de su patria? La lucha la concibió como acto de transformación del individuo y la sociedad. Su condición de revolucionario hace de la condición de mujer, un ente transformable y transformador perenne, que irrumpe en los quehaceres de la Vida, y de su vida.
Es indiscutible que, como género, estuvo presente en los grandes momentos que vivió el prócer. Las mujeres: su madre, sus siete hermanas, cuando prediciendo su muerte le escribe el 25 de marzo a su progenitora: “Abrace a mis hermanas y a sus compañeros.”.(2)
Las hijas de los amigos, las esposas de los compañeros, las compañeras en su quehacer revolucionario; todas, son parte de una concepción de articulación para su causa de cambiar la sociedad más allá de la libidinosidad con que tradicionalmente el macho trata a la hembra.
Era febrero el mes de las patrias, la dominicana y la cubana: una cumplía años de nacimiento como nación y la otra, casi en la misma fecha (24 de febrero), comenzaba el desgarramiento del parto independentista.
El 19 de febrero Martí escribe desde Santiago una larga carta a Gonzalo de Quezada, su compañero de lucha, su gran amigo, donde le da instrucciones y explicaciones amplias de las situaciones que lo envuelve en su peregrinar por la tierra dominicana en pos de la causa cubana y no deja de recordar a las mujeres en el sentido de la solidaridad y el afecto familiar:
“…no paso hora sin que hablemos de usted, de Tomas Estrada y de la casa de Carmita…”, para dar el siguiente detalle: “…me acuerdo de aquel último instante que vi pena de cosas mías en el rostro de Angelina, y calló Aurora en su hombro como amorosa y sobrecogida, y vi aun más nobleza al alma recta y entusiasta de Lulianita…”
Y en ese mismos párrafo recomienda: “…no me lastime a Angelina ni con una flor”, para aclarar: “… es raro en el mundo, y entre las mujeres de este mundo, hallar en tan pocos años cualidades venerables.” Y preguntarse: “… ¿La volveré a ver? Vamos de frente y acaso no vuelva; pero siento alrededor de mi su presencia benévola y pura.” (4)
En el último párrafo de la misma epístola a Gonzalo vuelve a retomar las mismas preocupaciones, como un suspiro antes del ocaso de Dos Ríos.
Fue su última marcha prosélito en la tierra del Máximo Gómez.
En apuntes de un viaje … fueron fechados siete días de su estadía en esta media isla, y escribe más de 21 situaciones que implican a la Mujer como género, antes de seguir la ruta hacia Cabo Haitiano, donde también sigue anotando cada detalle, donde la Mujer irrumpe a cada momento para complementar la causa fundamental de la Vida: vivir.
No dudamos de que en el inmenso mar del pensamiento de Martí, el apóstol haya incurrido en dudas y temores en cuanto a la Mujer, ni es objetivo de este trabajo hacer análisis de la erótica martiana, sino presentar momentos significativos como indicadores de una concepción de ver al mundo y a la Mujer diferente a lo dominante de la época y gran interés en la actualidad.
Es nuestra intención compartir con los lectores las humanas expresiones encontradas en los apuntes de un viaje... que resaltan a la mujer de la línea noroeste de República Dominicana y su frontera norte con Haití, mientras cabalgaba los laberintos polvorientos de Montecristi a La Vega... De Monte Cristy a la Vega.
Viaja de Monte Cristy a la Vega y fecha los días 14, 15 y 16 de febrero de 1895, donde destaca escenarios del género femenino, en 14 ocasiones y de regreso desde la Vega a Monte Cristy fecha los días 18 y 19 de febrero, se empeña en escenificar 7 veces el gesto femenino.
El día 14 de febrero, cuando llega a Santiago, escribe una carta a María Mantilla, la niña de New York que está presente en la intención de escribir sus notas; a ella y a su madre, Carmen Miyares, es a quienes le dedica estos apuntes: "Para probarles que día por día, a caballo y en la mar, y en las más grandes angustias pueda pasar hombre iba pensando en ustedes."
Es el profundo amor a la especie humana y en particular al género femenino, lo que lo lleva a tener los ojos puestos en cada gesto de la niña, la joven, la adulta, la de edad avanzada.
El filósofo admira la frase del dominicano del medio, el que encuentra en el camino real. "... cada expresión es un aliento de sabiduría, - escribe el 14 de febrero al referirse a la gente sencilla-, que guarda lo que no dice. Y pone como ejemplo una expresión del camino: “... y si no me traen tengo que matar las gallinitas que le empiezo a criar a mi mujer." Tiene que deshacerse de un valor material y espiritual que guarda para su mujer.
Recoge la frase de Arturo, al manifestar que su mujer sale desde la campiña a tener su hijo en Santiago como una manera de darle status a un hijo que llega al mundo, y lingüísticamente establece la diferencia social de las mujeres "que ha dado a luz" como la del señor Jiménez, un campesino rico y la mujer pobre que cuando tiene un muchacho dicen que "parió", como expresara Arturo.
La libido aflora y el mismo 14 de febrero anota; "...moza que pasa desgonzada la cintura, poco al seno el talle."
Según Ezequiel Martínez Estrada "Alguien ha visto- Gabriela Mistral entre los mejores- que el Eros martiano tiene un timbre típicamente cubano o antillano, que consiste en una afectuosidad generosa y dadivosa de entrega de si como obsequio y prueba de mutuo ligamen..." (4)
Martínez Estrada ve el Eros martiano como la mezcla de un amor platónico y la libido freudiana, predominando lo ideal y las implicaciones sociales.
El mismo 14 de febrero, escribe en Santiago una situación que vivió en Guayubín, un poblado entre Montecristi y Santiago, en el encuentro con don Jacinto, un personaje forjado en las espinas de cactus, recio, como tradicionalmente eran los habitantes de la "Línea", como se le llama a esa región de la geografía dominicana, y a quien Martí llama "prohombre y de fuego".
Cuenta que su mujer le fue infiel con un compadre a quien se la confió; despachó a la mujer y de un tiro de carabina mató a su compadre, y a la mujer le dijo: "adiós, no te mato, porque eres mujer."
La condición de mujer fue el calificativo para seguir con vida, se impuso esta razón en la cosmovisión súper machista de un guerrero.
Estuvo visitando a una comadre y se juntó con el viajero, destacando este la presencia de "...una hija linda de ocho años..."
Destaca a la madraza, una mujer de "veinte y mas crianza...", se refería a Nene, de Villa Lobos, un poblado en su ruta polvorienta. Destaca a u Mercedes, una mulata dominicana de vejez limpia y fina nos hace...el almuerzo de arroz blanco, pollo con leren..."
Habla de la guerra y de los hombres y destaca "...la casa de Jesús Domínguez, padre de muchas hijas, una de ojos verdes, con cejas de arco fino y cabeza de mando.
Para reprochar: "... abandonado el traje de percal carmesí, los zapatos empolvados y vueltos..." y refiriéndose a otra hermana "...rechoncha y picante, viene fumando, con un pie en media y otro en chancleta..."
Resalta la belleza natural de esas muchachas, sus flores, talle, bustos, a pesar de vivir en abandono. El poeta visitante recibe de las hijas de Jesús la oferta de tener seis matas de flores, para cuando regrese de La Vega a Monte Cristy, al tiempo que le reprochaba el hecho de no tener flores en su casa. "...ni ellas siembra flores ni sus hermanos.."
Está el apóstol sorprendido de que no tengan flores en su casa, sin embargo reconoce que saben leer; destaca a ".. .Ana Vitalina, la niña letrada que lee de corrido y a la mujer de labor. "...pilaban arroz...."
Cuando llega a Santiago - el 15 de febrero-, describe aquella belleza natural de la zona sin dejar de reconocer las bellas mujeres: "...cogemos flores para Rafaela, la mujer de Ramírez, con sus manos callosas del trabajo, y en el rostro luminoso el alma augusto-no menos que augusta.-es leal, modesta y tierna..."
El 15 escribe poco en diario, apenas algunas líneas donde habla de la vegetación que existe entre Santiago y la Vega, y destaca una familia cuya cabeza es un preso político y para referirse a este señor dice: “...el marido de la casa.” No habla del jefe, o padre de la familia, ni del dueño de la casa, sino del “marido” quedando involucrada la mujer como realidad ideológica.
EL REGRESO
De regreso de la Vega a Monte Cristy, en su proselitismo independentista, escribe el 18 de febrero sobre su encuentro con la familia de don Jesús, una familia importante de la zona, donde le llamó a atención las impresionantes chicas a quienes venia a reclamar el pago de una grande deuda: las flores, las matas de flores en su patio, "...la casa de las mocetenas que regañé porque no siembran flores, cuando tenían tierra de luz y manos de mujer y largas horas de ocio."
El maestro regresó a la casa de Jesús y reclama la penalidad impuesta a sus hermosas hijas: "...de burdas las acusó aquel vía un viajero y de que no tenían alma de flor..."
El apostó fue drástico y tajante, sin concesiones, porque reconoce que hay lugar donde plantar, necesidad espiritual, manos de mujer, y hay ocio. ¿Por qué no tienen flores ?.
Reclama el cultivo de las flores como ornamento, una indiscutible herencia que dejaron las inmigraciones ibéricas en Santo Domingo, muchas de ellas procedentes de Cuba y que se establecieron principalmente en Santiago, la Vega, Puerto Plata y Moca, entre otras poblaciones del trayecto Montecristi - La Vega.
Su trato magistral y poético hacia las hijas de Jesús, dio sus frutos, "-y ahora que vemos?- se pregunta el viajero: sabían de nuestra vuelta y Joaquina que rebosa de sus dieciocho años, sale al umbral con su tábano encendido entre dos dedos y la cabeza cubierta de flores: por la frente cae un clavel, y una rosa se asoma por la oreja sobre el cerquillo tiene un moño de jazmines: de geranios tiene un mazo a la nuca y de la flor morada del guayacán..."
Y sigue el poeta observando; "...la hermana está a su lado, con un penacho de rosas amarillas..." cuando entraron a su casa, la encontraron llenas de flores, cumpliendo con el gusto exigente del fiel visitante, de aquella alma grande que se jugaba la vida en los aprestos insurrecciónales para ver su patria independiente.
A Ceferina Chávez, una mujer de prestigio, le reconoce su hospitalidad y la atención que presta a los visitantes de Guayubín; "...les da a beber, por mano de su hija, el vino dulce—tiene a sus hijas en finos colegios para que luego vuelvan al campo a trabajar (...) casará la hija con letrado, pero no abandonará el trabajo productivo ni el orgullo de él. Su conversación de natural autoridad fluye y chispea..."
El 19 de febrero escribe sobre esa familia que admira y reconoce una profunda conciencia social, contraponiéndola a la abulia de las hijas de Jesús que con tierra, mano y ocio no tienen flores en su casa, ni están arregladas como debe estar una familia política y socio económicamente importante de la zona.
Es la conciencia social que tiene toda familia que recibe clientes de natural autoridad. La hija de Ceferina que le atiende "...sonríe ingenua y habla activa de injusticias o esperanzas".
Después del primero de marzo sale para Cabo Haitiano y continúa destacando en sus apuntes a la Mujer, haitiana, en mujeres seguía pensando, escribía para María Mantilla, la niña y Carmen Miyares, la madre, a quienes el humanista mantuvo presente hasta el último segundo de su vida en medio de lo él llamó la guerra necesaria por la independencia de Cuba, la más grande de Las Antillas.
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FUENTES:
(1) Se puede leer en la colección de discursos de Fidel, en Granma, Organo oficial del Partido comunista de Cuba. .Versión digital
(2) Emilio Rodríguez Demorizi, Los tres Viajes de Martí a Santo Domingo. Publicaciones ONAP. Santo Domingo, 1995 .Las citas de las cartas son tomadas de esta publicación.
(3) Apuntes de un viaje (mi visita a Santo Domingo) Edición de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en ocasión del centenario de la visita de Martí a Santo domingo, 1992. Las citas del diario son tomadas de esta publicación.
(4) Ezequiel Martínez Estrada, Martí Revolucionario, publicado por Casa de Las Américas, segunda edición, 1974. (pág.46)

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