sábado, 30 de abril de 2011

Te hablo de Alto Velo (3 de 3)

Por Pedro Taveras

Una aclaración necesaria.
En la primera entrega de este trabajo hablamos de la aventura de llegar a Alto Velo, el peligro de abordar un ligero bote; en la segunda parte nos referimos a su importancia como espacio de la biodiversidad dominicana; y en esta última trataremos sobre el valor histórico de tan pequeña isla.  

 De esta pequeña porción de tierra ubicada en el Mar Caribe se conoce poco. A pesar de que de ella se extrajo miles de toneladas de guano y fue centro de un conflicto diplomático entre las autoridades norteamericanas y las criollas, muy pocos dominicanos saben de qué se trata, salvo aquellos que recuerdan cuando en la escuela nos dejaban la tarea de investigar con cuántas islas y cayos adyacentes contaba nuestro país. El resto ha sido ignorado y olvidado, sobre todo su importancia histórica para la República Dominicana.

  Vanguardia del Pueblo, órgano de información del Partido de la Liberación Dominicana, fundado por el Profesor Juan Bosch al final de los años 70 del siglo pasado, publicaba unos escritos que trataban del conflicto del guano en América, (1) y en especial del Caribe,  los cuales nos vemos en la necesidad de citar, porque como decía ese periódico: el pueblo dominicano tiene que conocer  la historia del guano porque “está manchada por la sangre de las agresiones… y esa historia Vanguardia está en el deber de darla a conocer a sus lectores porque, como otros, es un capítulo casi desconocido de la historia de América” (El Guano de las Aves. Vanguardia del Pueblo del 14 de marzo de 1978. Año 5, No.178, pág. 6)  
 Les recuerdo que volví a tener el tema de Alto Velo en mis manos y cabeza por el contacto físico con esta isla, al acompañar al ing. Carlos Rijo, a los biólogos Nelson García Marcano y a Denia Veloz a un viaje, en el 2010, como parte del monitoreo de aves que hace el Ministerio Ambiente en la zona. Ellos con sus venas de investigadores me  han dado la fuerza mental para hablar sobre ella.  

 Una nota que no debe quedarse sin subrayar es la utilidad que tiene el libro de Charles Callan Tansill, Los Estados Unidos y Santo Domingo 1798-1873. Un Capítulo en la Diplomacia del Caribe (2) un estudioso de la política exterior norteamericana, quien trata el asunto de Alto Velo, a quien él llama Alta Vela como le llamaron los cronistas de indias a esta pequeña isla, en su libro, hace uso de más de 1000 citas de documentos y dedica un capítulo para dilucidar sobre Alto Velo y las contradicciones que se daban entre las mismas autoridades norteamericanas, señalando a la diplomacia del ex Secretario de Estado Jeremiah Black del gobierno de Buchanan, como un “oficio siniestro” con una gruesa documentación que lo llevó a emplear 96 consultas bibliográficas, constituyendo este volumen una obra indispensable para el conocimiento de nuestra historia.

 El Naciente Imperio Norteamericano y La Importancia del Guano.
 La importancia que tenía la región del Caribe en la segunda mitad del siglo XIX para una parte de los agricultores norteamericanos era por la presencia, en muchas de sus islas y cayos, del guano, que es el excremento de gaviotas, bubies, alcatraz, piqueros y otras aves  marinas que consumen millones de toneladas de diferentes especies de peces y que en número de millones de aves han poblado islas y cayos por cientos de años, constituyendo grandes depósitos de uno de los mejores fertilizantes del mundo. Su nombre de se deriva de guanay, una ave del Perú. (El Guanos de las Aves, Vanguardia del Pueblo del 14 de marzo de 1978…)

Por poseer esta región grandes depósitos de guano, así como por el interés de Estados Unidos de ondear su bandera el Caribe fue y sigue siendo un escenario de numerosos conflictos entre norteamericanos y autoridades locales con algún tinte nacionalista, entre los mismos americanos y entre estos con otros imperios, en su interés de apoderarse de las riquezas naturales de esta región y el control político, propició ocupaciones de territorios a como diera lugar.

Juan Bosch, en su libro sobre la frontera imperial, nos dice: “El Caribe  está entre los lugares de la tierra que han sido destinados por su posición geográfica y su naturaleza privilegiada para ser frontera de dos o más imperios. Ese destino lo ha hecho objeto de la codicia de los poderes más grandes de occidente y teatro de la violencia desatada entre ellos.” (Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe Frontera Imperial. Doceava edición, Secretaría de Estado de Educación, Santo Domingo, 2005)

¿Qué significaba el guano o estiércol de aves marinas de Alto Velo o Alta Vela para la economía agrícola norteamericana de aquella época?

 El significado que tuvo este fertilizante para los norteamericanos lo describe Charles Callan Tansill, citando a Roy F. Nicols en su libro Latin American Guano Diplomacy, cuando dice:
  “Para comprender este asunto de Alta Vela es necesario ha­cer una breve referencia a la historia de la agricultura norte­americana durante las décadas centrales del siglo XIX. El ago­tamiento de la tierra era un factor contra el cual debían lu­char muchos agricultores del Este y del Sur, y no tardó en reconocerse que uno de los mejores fertilizantes asequibles entonces era el guano. La fuente principal de este fertilizante estaba representada por un grupo de islas (Islas Chinchas) cercanas a la costa del Perú, pero los precios monopolísticos encarecía demasiado al guano para el agricultor promedio nor­teamericano, y se inició la búsqueda de otras fuentes de abas­tecimiento. No tardó mucho antes de que se descubriera gua­no en algunas de las islas más pequeñas del Caribe. La urgen­te necesidad de fertilizantes baratos existente en los Estados costeros orientales norteamericanos provocó un creciente inte­rés en la adquisición de estas islas. Como reacción, a esta exi­gencia popular el Congreso aprobó una ley (18 de agosto de 1856) que legalizaba la reivindicación de ciudadanos norteame­ricanos de las islas desocupadas en que había depósitos de guano” (Los Estados Unidos y Santo Domingo. 1778-1873. Un Capítulo en la Diplomacia del Caribe…, páginas 344 y 345 paréntesis de la cita)

Para mediados del siglo XIX, las tierras cultivables del este y del sur de  los Estados Unidos no producían lo suficiente para  satisfacer los planes y las necesidades de la burguesía agrícola del país, que gestionó la aprobación de la llamada ley del guano. Esta ley garantizaba bajos precios en la obtención del fertilizante con relación a los productos artificiales que usaban en sus plantaciones de maíz, algodón, tabaco, arroz y otros. (Caso de Alto Velo, Vanguardia del Pueblo, miércoles 4 de abril de 1979.)  

 El guano ha sido de amplio uso entre los agricultores del mundo. En la actualidad se  le sigue dando uso, aunque está prohibido su explotación en Alto Velo y en el resto de la nación dominicana, en muchos países, existen programas de aprovechamiento y manejo, permitiendo la extracción en periodos de no menos de siete años.

 A la llegada de los españoles a esta tierra ya era una materia de alto valor entre las poblaciones indígenas. “ …la importancia de la utilización del guano ha sido tomada desde los tiempos precolombino; tanto así, que los incas, los antiguos indígenas del Perú, no se limitaron a regular su distribución entre las provincias del imperio, sino que quien ponía en peligro la conservación de las aves guaneras era condenado a muerte” ( El Guano de las Aves, Vanguardia del Pueblo del 14 de marzo de 1978...) Negritas mías, pt ) El  español de la conquista y colonización de América no prestó mucha atención al guano porque su interés estaba en la búsqueda del oro en las minas y los aluviones más que en el cultivo de la tierra.

 Los empresarios recolectores de guano se empecinaron en saquear las pequeñas islas caribeñas y, no conforme con esa explotación,  apoderarse de ellas para ondear su bandera de estrellas, como terminó la isla de Navaza, ubicada en el triángulo que forman Jamaica, Cuba y Haití, país al cual pertenece; y como lo hicieron, también con Alto Velo por breve periodo, no importó que ese gobierno fuera de Pierce, Lincoln, Buchanan, Johnson o Grant, cuatro gobiernos que se sucedieron en EE.UU. entre las décadas del 50 al 70 del siglo XIX.

 Lo primero que hicieron los americanos fue promulgar una ley que protegiera a esos empresarios y al mismo tiempo le permitiera a Estados Unidos quedarse con esos territorios. Así surgió la Ley del Guano que plantea: “…cuando un ciudadano de los Estados Unidos descubra depósitos de guano en cualquier isla, roca o cayo que no se encuentre dentro de la jurisdicción legítima de ningún otro gobierno y tome posesión pacífica de esta mediante su ocupación, dicha isla, roca o cayo podría a discreción del presidente (de los americanos) considerarse perteneciente a los Estados Unidos”. (La Ley del Guano. Vanguardia del Pueblo, No. 60 edición del 1 al 10 de noviembre de 1976, Pág. 6,  paréntesis míos, pt)

El interés desmedido por el abono orgánico lo llevó a tener grandes conflictos en América del Sur, a lo que muchos llamaron la Guerra del Guano, donde hubo que resistir de manera violenta. El caso más conocido fue el enfrentamiento con Perú por el guano de las islas Chichas y Lobos.

 El conflicto por el guano se extendió a toda América, más intenso en El Caribe, donde era menos costosa su recolección y transporte. Eso significó que los países  con grandes depósitos del fertilizante se vieran afectados por la presencia de los norteamericanos, como fue el caso de Alto Velo, una pequeña isla de no más de 1.5 km cuadrados, perteneciente a la República Dominicana.

Así como República Dominicana vivió los enfrenamientos con los norteamericanos por la presencia del guano en Alto Velo, también lo vivió México con las islas Arenas y Arcas situadas en el golfo; Venezuela con la isla Aves, en la cercanía de Dominica; Cayo Verde por Inglaterra; Haití por Navaza, la cual se encuentra a 160 km de la base de Guantánamo y a unos 60 km de la costa haitiana; en la actualidad en mano norteamericana, bajo la administración del Servicio de Pesca y Vida Silvestre, en condición de área natural protegida como Reserva y Colombia por islas Chichas (El Guano de Las Aves. Vanguardia del Pueblo…)

 La lucha por Alto Velo.
La situación de Alto Velo para los años 60 del siglo XIX, a decir de Cazneau, el agente norteamericano que hacía gestiones para que los empresarios de la compañía Patterson y Murguiendo o Murgiondo de Baltimore se quedaran con el guano, era que había sido saqueada por el enfrentamiento entre dominicanos y haitianos, insistiendo en que era una isla abandonada, sin dueño, justificación que usaron para ocuparla, aplicando la Ley del Guano. Charles Callant, estudioso de la política exterior de EE.UU. escribe citando documentos de la época:  
 “Esta ley provocó gran actividad por parte de muchos nor­teamericanos emprendedores quienes escrutaron los mares su­reños en busca de islas de guano deshabitadas. Uno de éstos fue un cierto Capitán S. R. Kimball, que comandaba la goleta Boston, de Baltimore, propiedad de los señores Patterson y Murguiendo de esa ciudad, quien, el 23 de febrero de 1860 desembarcó y se posesionó de la pequeña isla de Alta Vela,  ad­yacente a la costa de Santo Domingo. El 14 de mayo de 1860 los señores Patterson y Murguiendo escribieron a Lewis Cass, el Secretario de Estado, anunciándole la ocupación de la isla, y el 16 de julio remitieron al Departamento de Estado una de­claración jurada del Capitán Kimball en relación con la toma de posesión de la isla”

 Y sigue diciendo Callan Tansill:
“De haber seguido su curso normal los acontecimientos pa­rece más que probable que los señores Patterson y Murguien­do hubieran visto confirmada su reivindicación a Alta Vela por el Departamento de Estado y que hubieran sido prote­gidos de interferencia por parte de ciudadanos de otras nacio­nes. (Páginas 346 y 347)
 Otra acción dolosa del señor Cazneau, según el doctor Núñez Polanco en su libro Anexionismo y Resistencia, citando a Rodríguez Demorizzi, fue gestionar  para Edward H. Hartmot  tres concesiones entre las que se encontraba  la “… autorizada a tomar guano o fosfato de cal de la isla de Alto Velo.” Y agrega:  “…la presente concesión se mantendrá vigente en todas las circunstancias, en tiempos de paz como en tiempo de guerra, y aun cuando uno o más de los concesionarios o sus apoderados o cesionarios sean súbditos de un gobierno con  el cual no se establecieron o se interrumpieren las relaciones diplomáticas, -para informar: “…Se esperaba que en ese año y en los años siguientes el guano alcanzaría las 60,000 toneladas anuales…” (Diomedes Núñez Polanco, Anexionismo y Resistencia, Relaciones dominico-norteamericanas en tiempos de Grant, Báez y Luperón. segunda edición, Santo Domingo, 1999. págs. 159 y 160)  La concesión daba derecho a los empresarios norteamericanos a construir puertos, hacer infraestructuras y habitar la isla de Alto Velo.
Desde el 1860 los dominicanos no querían que los norteamericanos se llevaran el guano de Alto Velo y reclamaban indemnización por las toneladas que habían sacado diferentes compañías. Para el caso de la compañía Patterson y Murguiendo, el gobierno dominicano envió a un oficial para comunicarle a los norteamericanos que se retiraran, pero no acataron. Esto llevó al gobierno criollo a librar una lucha diplomática, para que se retiraran los explotadores del guano, designando una comisión encabezada por Juan Evertz, el historiador José Gabriel García y Guillermo Penson quien sirvió de interprete (Los Conflictos del Guano, Vanguardia del Pueblo del 11 de abril de 1979. No.182. Pág. 6.)

La lucha por  Alta Vela, como llama Callan Tansill a esta, también  es el reflejo de las luchas de intereses internos del poder norteamericano y las contradicciones entre los poderes imperiales en El Caribe, como frontera de dos o más imperios, como dice Juan Bosch, y que queda manifiesta cuando Callan Tansill escribe:
 “El 8 de abril de 1860 un buque de guerra español se de­tuvo en Alta Vela para averiguar los propósitos norteameri­canos en la isla. Los obreros norteamericanos contestaron que estaban extrayendo guano. Esta respuesta pareció satisfacer al oficial español a cargo de la patrulla y no se hizo tentativa alguna de interferir con los obreros. Algunos meses más tar­de, el 4 de septiembre, la goleta dominicana Merced, visitó a Alta Vela, y, tras verificar lo que hacían los norteamerica­nos, se solicitó una muestra del guano que se embarcaba hacia los Estados Unidos. Cuando se hubo cumplido con esta soli­citud la goleta zarpó hacia la República Dominicana”.( pág. 346)

No solamente la contradicción se expresaba entre los imperios (EE.UU y España), sino también en el seno de las mismas autoridades norteamericanas que tenían sus ojos puestos en la península de Samaná y en la víspera de la guerra civil:
Después de ser analizada esta muestra por los agentes es­pañoles en Santo Domingo y confirmarse su valor como fer­tilizante de alto grado, se decidió inmediatamente que las ganancias producidas por la venta del guano debían destinarse a bolsillos españoles antes que norteamericanos. En vísperas de una guerra civil, el Gobierno norteamericano no estaría en posición para protestar con efectividad sobre cualquier viola­ción de los derechos norteamericanos en la República Domi­nicana; sería, por lo tanto, tarea fácil y provechosa desposeer a los propietarios norteamericanos de Alta Vela. Con estas miras, a principios de octubre de 1860, un funcionario domi­nicano fue enviado a la isla con instrucciones de ordenar que los norteamericanos se retiraran inmediatamente. Cuando, muy naturalmente, ellos se negaron, el asunto fue discutido por el señor Cazneau, el agente especial del Gobierno norteamericano en la República Dominicana, y el Canciller dominicano. El Canciller insistió que Alta Vela, «aunque nunca ocupada o usa­da de ninguna manera» por los dominicanos, siempre había sido considerada como territorio de la República”.(pág. 347)
América para los norteamericanos
 “Cazneau también se preocupó por señalar que la isla había sido solamente un «arenal desierto ignorado por todo el mun­do anteriormente», hasta que el «dinero y la industriosidad de los ciudadanos de los Estados Unidos habían desarrollado en ella una inesperada capacidad de lucro». Después de esta explicación el Gabinete dominicano demostró «una disposi­ción más amigable», pero Cazneau no tardó en notar que «estas garantías amistosas eran inmediatamente seguidas por indica­ciones contrarias por parte de los oficiales españoles delega­dos por Madrid para gobernar a este Gobierno».(sic) Temía, por lo tanto, que existiera «un peligro inmediato de que fueran destruidos los intereses norteamericanos en Alta Vela»  ”. (Callan Tansil cita carta de Cazneau  a Cass del 13 de octubre del 1860, página 347).
“Estos temores no tardaron en materializarse, ya que el 23 de octubre de 1860 dos barcos dominicanos, el Merced y el Degalo, fondearon en Alta Vela y ordenaron a los norteame­ricanos que abandonaran su trabajo y se fueran de la isla. Entonces fueron desembarcadas tropas, el equipo para la ex­tracción del guano fue colocado en los barcos dominicanos y los obreros fueron apresados. Cuatro días después los barcos llegaron a la ciudad de Santo Domingo, donde, sin más, los norteamericanos fueron entregados con sus pertenencias al Agente Comercial norteamericano” Callan Tansill cita carta de Cazneau a Cass del 17 noviembre, 1860. Pág. 348)
Sin necesidad de cuestionar y menoscabar la reacción de nuestras autoridades contra las pretensiones norteamericanas, su accionar era el reflejo del interés que tenían nuestras autoridades de la anexión a España, como meses después sucedió un 18 de marzo de 1861.

Expulsada la compañía de los empresarios Abrahán  B. Patterson y Prudence de Murguiendo al principio de los 60 del siglo XIX, estos continuaron haciendo todas las gestiones posibles para recuperar los derechos de explotación del guano, llegando sus diligencias a los  argumentos más inverosímiles tratando de demostrar que la isla les pertenecía. No fue hasta el 1868 con la llegada del presidente Grant, cuando se llenaron de esperanza de recuperar lo que ellos consideraban suyo. Ya  en el 1868 Andrew Johnson entregada el poder a  Ulysses Grant y su gabinete, llenando de esperanza a los aventureros de Jeremiah Black, quienes anhelaban volver a Alto Velo, por lo que el  señor Black escribió una carta, el 18 de mayo del 1869, al nuevo Secretario de Estado, Hamilton Fish, explicando la situación:
“…los propietarios que fueron víctimas del robo de su propiedad (¡sic!) no tenían nada que hacer sino esperar hasta que el Departamento de Estado cayera en manos honestas- para añadir: …la selección de usted por el presidente para el Departamento de Estado aumento sustancialmente la expectativa llena de confianza de que ellos, finalmente, lograrán esa justicia que el gobierno les debe y que han aguardado en vano durante tanto tiempo” (Callan Tansill, pág. 400) siendo sus resultados infructuosos.
Estas gestiones no sólo se limitaron a esta compañía, sino que otros estuvieron haciendo explotaciones e intentos de quedarse, ocupando la isla en los años posteriores a la salida de Patterson y Mugiendo, como fueron los empresarios Root, Webster and Company, que  se decía que sacaban 2,000 toneladas al mes; y, cuando no, la empresa del señor Thurlow Weed Compañía “.. que han encontrado que el guano de Alta Vela deja tantas ganancias como una especulación de primera clase de whiskey… o Thulow Weed no participaría en ella.” (Según cita de Callan Tansil del Diario III de  Giddeon Wells del 26 de marzo de 1868)  para sólo mencionar a estas compañías,  pero fueron infructuosos por las mismas razones que tuvieron los presidentes y algunos sectores de poder: buscar algo mejor que este islote, como la península de Samaná o la anexión de la República Dominicana EE.UU.  En el caso del presidente Andrew Johnson, no fue dejarse llevar por su Secretario de Estado Seward, quien llevó la voz cantante de las relaciones internacionales de ese gobierno en el primer lustro del 1860 hasta la llegada de Grant en 1868, ni “no tomar una decisión firme” para quedarse con Alto Velo, según el profesor  Beal en su libro The Critical Year, citado por Callan Tansill (pág. 442).

Esas contradicciones en la sociedad norteamericana movilizó a todas las autoridades, los secretarios de estados de varios gobiernos, la cámara de representantes, los presidentes y a la opinión pública que durante años estuvo activa con publicaciones de informaciones sobre los derechos que tenían estos aventureros de quedarse con una porción del territorio dominicano, entre los que se encuentran  El Sun de Baltimore, World, El Times,  El Tribune de New York; Commercial Advertiser,  Evening Star y Daily News de Filadelfia.
El Tribune de new York editorializa: “…La política mundial puede ser escrutada en vano en busca de un paralelo a esta imbecilidad. ¡Piénsenlo! un territorio arrancado de nuestra propiedad, nuestra bandera arrancada y pisoteada por unos harapientos mestizos españoles, ¡sic! nuestros ciudadanos privados de su propiedad y encarcelados por perseguir un negocio útil bajo la autoridad y las garantías de una ley del congreso” (Callan Tansil cita el editorial del 29 de abril 1868. Pág. 397).

Alto Velo sigue siendo una pequeña porción de nuestro territorio codiciado por  toda clase de aventureros, pescadores furtivos haitianos y dominicanos, que cruzan desde la isla Beata, Trudillé y La Cueva, a pesar de formar parte del Parque Nacional Jaragua, que conjuntamente con los parques Sierra de Neyba y Lago Enriquillo e Isla Cabritos forman la Reserva de la Biosfera Bahoruco-Jaragua –Enriquillo. 

Como parte del proyecto”Mitigando las  Amenazas de las Especies exóticas Invasoras en el Caribe Insular”, se están desarrollando actividades piloto de erradicación de especies invasoras, cuyo fin último es proteger la flora y fauna de la isla, debido a que Alto Velo es una de nuestras principales áreas naturales, en la cual se ha determinado la presencia de al menos dos especies de reptiles endémicas: el Anolis (Anolis altavelensis) y el Gecko (Spherodaptilus altavelensis). (3)

Este proyecto es desarrollado a nivel regional caribeño y en él participan cinco países (Bahamas, Jamaica, Santa Lucía y Trinidad & Tobago). En la República Dominicana la agencia implementadora es el Ministerio Ambiente.

Notas:
(1)   Además de los textos citados, el lector puede consultar las siguientes trabajos publicados por Vanguardia del Pueblo que no citamos en esta presentación, pero que tratan sobre el conflicto del guano:

“CAZNEAU: UN AVENTURERO,  del 27 de diciembre de 1978.
“EL GUANO DEL PERU” del  21 de marzo de marzo 1979.
 “LOS DIPLOMATICOS DEL GUANO” del 18 de abril de 1979
“TORMENTOS Y COMERCIO” del 25 DE ABRIL DE 1979
“EL HURACAN DEL GUANO” del 2 de mayo de 1979
“HACIA OTRO LUGAR” del 9 de mayo de 1979. 
“PERU: AGRESIONES Y CONTRATOS” del 28 de marzo de 1979.
(2)   Charles Callan Tansill, LOS ESTADOS UNIDOS Y SANTO DOMINGO 1798-1873. Un Capitulo en la Diplomacia del Caribe. Editora de Santo Domingo S.A, Santo Domingo, 1977. El autor (1890-1964) escribió cerca de un centenar de trabajos importantes sobre la política de Estados Unidos y el mundo, en 262 publicaciones en seis idiomas.
(3)   Información oral del Ing. Carlos Rijo, coordinador del proyecto.