martes, 19 de mayo de 2020

Las aves desde nuestra ventana (4)

Por Pedro Taveras (pjtaveras@hotmail.com)

Al Grupo Acción Ecológica y con ellos a todos los amantes de las aves que están celebrando 
el  Festival de Aves Endémicas del Caribe, desde el 22 de abril al 22 de mayo 2020.

La Fifi, entre las aves “que se parecen a las palomitas” como me dijo un niño, es una de las especies de tórtolas más comunes en esta parte de las Américas y, al mismo tiempo, de mucho interés para los cazadores, quienes hacen lo que sea para dispararle a esta ave de belleza solemne y taciturna, ya que habitan zonas de acceso para la caza; no me opongo, por razones antropológicas, a las actividades cinegéticas (la cacería como una práctica cultural lúdica que contribuye a conservar una especie), pero me resulta difícil concebir a alguien agrediendo a estas aves.

Estas especies de tórtolas son las que más frecuentan la ventana de mi casa, por tales razones me he dedicado a cazarlas, pero con los pixeles, con los megapíxeles, con  cartuchos de mi cámara, cuyos disparos   originan hermosas fotografías como las que ven en esta entrega.

Comencé a ver la Fifi en mi ventana en enero del 2019, pero venía sola; hecho que  le comente a mi amiga ornitóloga, a quien le pareció extraño que estuviera  sola y me dijo “seguro que su compañera anda por ahí”, y efectivamente, a partir de 3 a 4  meses me acostumbré a otra visitante más.

En estos momentos, en cuarentena, que hemos convertido la habitación en lugar de descanso y de trabajo, vemos que llegan hasta cuatro Fifí juntas, a diferentes horas, sobre todo en el atardecer, siempre compartiendo la comida con las rolitas de manera amistosas; solo se pelean entre ellas, ya que las he visto arrancarse  plumitas con el pico, aunque no sé si se trata de una contienda o de un ritual amoroso.

Dicen los estudiosos que cuando las Fifí (nombre que se deriva del sonido “fifififif”que emiten sus alas cuando ellas prenden vuelo.) andan sola o en pareja es porque están enamoradas, apareándose, porque la especie normalmente se pasea  en bandadas.

Las tórtolas Fifí (Zenaida macroura) también las podemos encontrar "...desde  Columbia Británica, Ontario y Nova Scottia, Baja california, Oaxaca, Texas, La Florida, en Norteamérica y hacia el sur centro de Panamá”según Latta, S. (et. al.) en "Aves de las República Dominicana y Haití" (2006).

El Festival de Aves Endémicas del Caribe ha sido motivo para que la gente amante de las aves hagan sus fotos, aprovechando la facilidad que nos ofrece la tecnología del teléfono móvil y los objetivos de altos milimitrajes, para publicar en las redes sociales fotos de mágicos colores y datos interesantes sobre las aves.

En el caribe insular, además de Dominicana, se destacan Puerto Rico, donde la gente se va a observar pájaros en  espacios rurales y urbanos; Cuba, que tiene una multitud de pajareros de mucha formación y han  estado publicando hermosas fotos de las AVES DE CUBA manejando un interesante protocolo, que incluye sólo publicar las aves observadas personalmente, no fotos de otras personas, entre otras reglas.

domingo, 10 de mayo de 2020

Las Aves desde nuestra ventana (3)

Por Pedro Taveras (pjtaveras@hotmail.com)

Al Grupo Acción Ecológica y con ellos a todos los amantes de las aves que están celebrando 

el  Festival de Aves Endémicas del Caribe, desde el 22 de abril al 22 de mayo 2020.

 Aliblanca en la mata de Leucaena
 Como las rolitas, las tórtolas Aliblancas (Zenaida asiática) nos visitan. Es una especie residente reproductora, de delicada figura, muy común en todo el Caribe, que tal vez no causa ningún asombro a un ornitólogo o ecólogo, ya que están acostumbrados a verlas, pero sí a cualquier ciudadano común amante de la naturaleza.

Desde hace mucho tiempo vengo viéndolas en vuelos rasantes, que me imaginaba eran ocasionales; pero desde el 18 de marzo, ya en cuarentena, notamos desde mi ventana la presencia de una pareja de tórtolas “Aliblancas” que se posan, en la cercanía de nuestro apartamento, en un árbol de “grayumbo” seco, donde también descansan otras aves.


Alibranca junto a una Cigua palmera (Nuestra Ave Nacional)
A veces vuelan a otros árboles de la cercanía, desde donde he podido fotografiar una de ellas.  Otras veces observamos desde el techo como las “Aliblancas”, (y otras especies), entran a solares donde hay arbustos de diferentes especies, pero nunca la he visto en los momentos que me asomo a la ventana, percharse (asentarse) en una mata de aguacate que hay a pocos metros de nuestro “observatorio”, donde también se ven a las tórtola FiFi, Rolita y otras aves. Le decía a mi amiga, la  ornitóloga, de manera jocosa, que  le había pedido a mi esposa que las llamara a ver si venían, y me dijo: “Espera que un día  llegarán a la ventana”.

La semana pasada, estando en el techo haciendo las caminatas de ejercitación, y por primera vez, vimos a una Aliblanca que se posó frente a nosotros y le dije a Alexandra, mira la llamaste. El ave se mantuvo atenta y elegante hasta que le hicimos varias fotografías que compartimos con ustedes en esta entrega.

Aliblanca  asustada  observa una Chichigua
El ejemplar parecía juvenil, estaba asustado y le dije a  Alexandra que se retirara de su cercanía, pero me dijo que no estaba asustada por ella, sino por las chichiguas que volaban cerca y de inmediato le dije: -ah, está pensando como ornitóloga, y me respondió: “Está estresada", me habló con una seguridad profesional, entonces confirmé mi pensamiento: Esta mujer sabe de pájaros; en unos segundos emprendió el vuelo hasta llegar a una mata ubicada como a 70 metros del edificio que nos impedía seguir haciendo fotos con el móvil.  

Pensé que con los días de relativa tranquilidad, las Aliblancas podrían ir a nuestro ventanal a comer y beber, como lo hacen las demás avecillas, pero solo se han mantenido perchándose en los árboles de la cercanía, haciendo caso omiso a los llamados de Alexandra y los vaticinios de la ornitóloga.


domingo, 3 de mayo de 2020

Las aves desde nuestra ventana (2)

Por Pedro Taveras (pjtaveras@hotmail.com)
Al Grupo Acción Ecológica y con ellos a todos los amantes de las aves que están celebrando 
el  Festival de Aves Endémicas del Caribe, desde el 22 de abril al 22 de mayo 2020.


Querebebè en un cascajal en Monte Cristy. Foto cortesía del Grupo Acción Ecológica
¡Querebebé!, ¡querebebé!, ¡querebebé![1] se escucha su canto, cuando atraviesa  el firmamento oscuro, en procura de insectos y otras criaturas, que le sirven  de alimentación. Su canto es un anuncio de que se acerca el amanecer,  que en ocasiones nos despierta y surge el interés de querer verlos, pero Alexandra me dice: no te levantes, son como fantasmas, tú no lo vas a poder ver…

El Querebebé  es una ave que todos escuchamos y pocos podemos ver, durante sus visitas entre los meses de abril a septiembre; durante esa temporada a veces me levanto a la media noche y me pongo a mirar por la ventana sin poder divisarlo en el firmamento; aunque en algunas noches claras puedo ver su celaje y escuchar su canto permanente ¡querebebé!, ¡querebebé!, ¡querebebé!.  

Cada año, por más de una década,  vienen a reproducirse, supongo, a un edificio cercano a mi casa, cuyo techo  tiene gravilla oscura, para fines de reducir la temperatura al interior del edificio, que facilitan el camuflaje del  Querebebé, por lo que  mis intentos de  verlo y fotografiarlo han sido  imposibles, ni siquiera utilizando los binoculares.

Al  final del pasado año (2019), por exigencia de los residentes del vecindario, la empresa, que ocupa el edificio donde presumo anidan los  enigmáticos pájaros, tuvo que cambiar su planta eléctrica por paneles solares; es decir quitaron toda la gravilla,  pintaron de blanco con un impermealizante, y destinaron una parte del techo para poner un “conuco solar”,  para producir decenas de kilos de electricidad.   

¿Volverían los misteriosos pájaros a su lugar de anidamiento ya alterado?

Lugar donde se supone anidan los Querebebé.
Comenté con un vecino, ignorando los niveles de confianza de dichas aves con las actividades humanas (antropización), que el Querebebé no volvería al vecindario para hacer su nido en el edificio de la empresa, porque el efecto espejo de los paneles podría alejarlo, además  la gravilla donde pone sus huevos ya no estaba. Son aves migratorias, que hacen largos recorridos desde de lugares distantes. ¡Y quién sabe de qué país vendrán!.

Para mi sorpresa poco tiempo después  la empresa volvió a colocar el material en todo el edifico, incluyendo debajo del área que ocupan los paneles y, afortunadamente, el 13 de abril de este año llegaron los Querebebés, un poco atrasados, porque regularmente llegan en marzo.



[1] Su nombre se debe al sonido que emiten, por eso algunas personas de idioma castellano le llaman también "Queretete" (M.P). su nombre científico es Chordeiles gundlachii, según  LATTA, et al. Aves de la República Dominicana y Haití (2006)