Por Pedro Taveras (pjtaveras@hotmail.com)
Desde hace años he escuchado la leyenda de Valle
Encantado, ubicado en la Parque Nacional Valle Nuevo.
Los Saltamontes, un grupo de personas que nos
dedicamos a caminar decentemente por los montes de este país, habíamos
intentado llegar varias veces a Valle Encantado.
En 1998, trabajando para el Plan Nacional Quisqueya Verde en la Loma de Blanco, en la provincia Monseñor Nouel, nos encontramos con campesinos que nos hablaron del Valle; recuerdo que Ramón Rosado, un habitante de la zona que dirigía a una asociación de campesinos para esa época, conocedor de la zona, nos informó que se encontraba como a unos doce o quince kilómetros, pero que el problema no era la distancia para llegar hasta él, sino lo difícil del trayecto, pues hay que abrirse paso por el monte, mientras nos hablaba observábamos las torres de las repetidoras de comunicación en Alto Bandera, Constanza.
Para Ramón, el problema tampoco era llegar con nosotros a Valle Encantado, porque junto a él caminábamos toda esa montaña dando seguimiento a los trabajos de reforestación de Quisqueya Verde, “lo peor es salir” –decía- “ahí hay una palma de oro que el que la ve no puede salir, porque queda medio loco y se pierde”. También aseguraba que en ese lugar se podían encontrar los huesos de la gente que se había quedado allí. “Ahí no voy yo", insistía cada vez que le requeríamos que nos llevara.
Me quedé
observando la expresión de temor de esa figura delgada, un cuerpo seco por el
ir y venir en esas montañas. Ramón creía ciegamente en esas leyendas, como
otros campesinos de la zona. Contrario a esta opinión está la indiferencia y
hasta el desconocimiento de muchos monteros que han pasado décadas persiguiendo
los cerdos cimarrones desde Quita Pena, Rancho Arriba, hasta las antenas y La Nevera.
Para ellos cazar un cerdo o un conejo es el encanto.
Mientras escuchaba a Ramón hablar de esa “palma de oro”,
recordé a Rafael Then, dirigente
comunitario de Burende, comunidad ubicada al pie de Nalga de Maco, un Parque Nacional
situado en la zona fronteriza con Haití, quien nos decía, para la época en que comenzamos a trabajar con la
reforestación en ese lugar en 1998, en la cima de ese pico había un lago y en
ese lago vivía un pez de oro, por eso era que los “americanos” suben y cuidan
del lugar. Era lo que me decía Rafael.
Los campesinos de Quita Pena desconocen el Valle
Encantado, no han oído hablar de eso, a pesar que geográficamente están cerca; "ahí
hay muchas sabanas", ha sido la expresión más común cuando uno le describe
el lugar.
Llegar al Valle
Encantado
Desde hacía mucho tiempo quería conocer a Valle
Encantado. Desde el 2000 varios intentos de llegar al misterioso lugar fallaron
y uno de ellos pudo haber sido trágico.
El viaje se tornó más interesante
cuando leímos los escritos del poeta Tony Raful, así como los de Franklin
Domínguez, un interesado por la zona y quien ubica el valle: ”Entre las montañas Alto Bandera, Loma del Pichón y el Monte Tina” y nos dice:
“Tres Valles ocupan la llanura
intramontana a prudente distancia, al último de los valles; es casi imposible el acceso, lo que ha provocado varias
desapariciones de la especie animal,- va más lejos: “ Personas en distintas
épocas han desaparecido en la zona del Valle Encantado”.
El Periodista investigador venezolano, Blanco
Fombona, se esfumó en el año 1949.
Militares, aserradores, cazadores y animales de todas las especies se han
volatizado. Y cita un reportaje de un
periodista del Listín Diario que
dice: “Durante la Semana Santa del 2002, se extraviaron en Valle Encantado 13
excursionistas que trataban de explorar el lugar, después de varios días sin
conocer su paradero, finalmente fueron
ubicados por una patrulla del regimiento de montaña, General Gregorio Peña y
rescatados 21 días después por miembros de la Fuerzas Armadas y del comando sur
de los Estados Unidos, para lo que tuvieron que emplear un helicóptero
Omaha-Black Hawk.” (A. Paniagua. Listín Diario), dándonos la siguiente
exhortación: “Recomendamos a los curiosos alejarse del lugar, por ser zona de alto riesgo por lo accidentado, evite fatales
consecuencias al extraviarse.” (f.d. el masacre.com)
Franklin Domínguez dice cosas
maravillosas de aquel lugar, lo define como una “Puerta Dimensional” y reflexiona:
“Una falla en la composición de la materia
es la probabilidad científica”.
“Estamos ante esta puerta en observación experimental, es lo que describe
una vista a otros componentes del
planeta, de ser realizable este ambiente permitirá transportar la materia a
escenarios desconocidos hasta ahora, en el espacio astronómico.”
“Esta es
de la teoría de la relatividad del
genio Albert Einstein, es decir; hipótesis muy conocida
por los científicos contemporáneos.”
“Esta teoría es realizable, expone Albert,
superando la velocidad de la luz 299,096 km, por segundos, bajo esas
condiciones podemos viajar a más allá de
nuestros límites. Entonces; ¿Es posible
movernos a otras temporalidades?“
Nos informa:
“Existen varias rutas en el planeta que están siendo analizadas, donde
se han verificado hechos de similares
efectos a una falla dimensional en lugares como: El Triángulo de las Bermudas,
en el Mar Caribe; Valle del Silencio, México; Valle de Nazca, Perú; Triángulo de Cipango o del
Diablo en el Mar de Asia.” (Franklin Domínguez, elmasacre.com).
Aparece el desafío
Cuando se “perdieron”
los jóvenes en la Semana Santa del 2002, la idea de ir todavía se puso
más interesante.La primera idea concebimos para seguir el lecho del río
Nizao, llegar a Quita Pena y desde ahí caminar
hacia Las Antenas, donde la geografía nos dice que queda el encantado
valle. Intentamos llegar a donde Fellé,
un campesino conocedor de todas las
sabanas desde Quita Pena hasta Las Antenas, quien nos esperaba para salir desde
su casa caminando y nos serviría de guía
como practico en la zona.
No pudimos llegar ni a la casa de Fellé, quien estuvo
atento a nuestra llegada, con mulos para auxiliarnos en nuestra empresa. No
llegamos porque uno de los vehículos se deslizo a varios kilómetros antes de
llegar a su casa, salvando la vida sus ocupantes gracias a que el vehículo 4X4
se quedó montado en la bola delantera del diferencial, nos habían dado las 10:00,
en una noche y se tornó lluviosa, lo que obligó a los ocupantes a permanecer en
el vehículo toda la noche, como también lo hicieron los demás que venían en los
otros vehículos; nos llevó tres días salir de la zona, durmiendo de a cinco
personas en el interior de cada vehículo.
Hubo otros intentos que se quedaron en la planificación,
esperando coordinar con Quéliz o con el profesor Miguel, dos personajes que la
gente de Constanza reconoce como los más conocedores de esos laberintos.
Fue en marzo del 2008 cuando pudimos llegar a dos de
esas sabanas, con un grupo inicial de 10 personas incluyendo a nuestro guía. Entramos
por Alto Bandera, Constanza y del grupo se devolvió uno, al ver las nubes como si
estuviera sentado en la ventanilla de un avión; llego hasta Las antenas, donde
están los militares, donde el grupo analizo y vio en la cartografía la depresión
de cuyas anotaciones se deduce un abismo de unos 400 metros más o menos, viendo
frente al farallón, decidió no continuar y retorno por su cuenta al campamento
distante a unos 5 km.
Comenzamos la caminata del descenso a las 9:00 am,
transitando una antigua carretera construida hace más de 60 años, la cual ha
desaparecido por completo, aprovechándose de ésta solo el corte a curva de
nivel, suave, con poca pendiente y pocos pasadizos peligrosos, salvo dos, el
resto es fácil.
El guía dejaba en
mí la sensación de que viajábamos a lo
desconocido, porque a pesar de conocer el laberinto él iba quitando la corteza a los árboles de
pino en todo el camino y viendo unas cintas rojas que había colocado meses
antes. Era un viaje a lo incógnito. En los trillos el estierco de cerdos
cimarrones aparecía fresco, señal de que habían pasado por el lugar horas antes.
No me sorprendí al llegar al lugar, porque había tenido
muchas veces la hoja cartográfica de la zona, la cual la había comentado con mi
amigo y compañero de viaje, el cartógrafo Tomás Montilla, a estas informaciones
se le agregaba las que me ofreció Alberto, un señor de la Sierra que trabajó en los aserraderos que operaban en la
zona en los años 50 y principio del 60 del siglo pasado. Ese era otro encanto
del valle.
Alberto aseguraba que en esos valles habían aserraderos manejados con calderas que utilizaban
los desperdicios (biomasa) como combustible. Esas sierras hacían cortes de
fustes de pino de 150 centímetros de diámetros. Había que mover esas trozas con cables de acero de una
pulgada de diámetro y eran halados por buldócer. Mientras me hablaba hacía
croquis de la zona, los cuales coincidían con la cartografía 1:50,000 del
Instituto Cartográfico Miliar.
En la zona de Valle Encantado se encuentran vestigios de
una gran industria maderera que durante más de una década extrajo un sin número
de metros cúbicos de madera de pino occidentales fundamentalmente.
En el lugar encontramos restos de la caldera, la
chimenea casi intacta, así como tuercas, tornillos, hasta un pedazo de la
estera de un buldócer y vestigios de las edificaciones.
¿Es Sabana sin Provecho el Valle Encantado?
¿Es Sabana Calderón ese incógnito valle que encanta a
los que lo visitan?
¿Cuál de estas sabanas es la encantada?
La tercera sabana siguió siendo la incógnita del grupo,
nadie quiso quedarse abajo, la intención fue volver… aunque la tercera será la
de los vencidos.
En cualquiera de las dos sabanas visitadas encontraremos
encantos y cantos, en todas vemos las huellas de la explosión volcánica y las
glaciaciones que dieron origen a esta isla, de la fauna y flora que le
caracterizan. Sólo hay que hacer un minuto de silencio para encontrar la
diferencia, por sensación, entre el cielo y la tierra…
Los poetas ven cosas que los simples mortales no vemos,
son seres muy sensibles que ven más allá de los pinos, pajones, piedras,
conejos y cerdos cimarrones, por eso quedan encantados.
Los comunes, los que no
percibimos lo volátil de la materia, porque creemos sólo en esta dimensión, llegamos a aquellas impresionantes sabanas…
y también quedamos encantados….