Por Pedro Taveras (foto y texto)
En la obra literaria y sociográfica del Profesor
Juan Bosch está latente y de manera condicionante el medio ambiente, sobre todo por la
mediación socioeconómica que envuelve al Hombre (género humano), la sociedad en
su devenir histórico y los recursos
naturales como el suelo (la tierra, medio de producción), el agua (bendita para
el cultivo, las crecidas de los ríos, la lluvia, las presas), el bosque (la
selva que absorbe la vida de aventureros y alzados que desafían al poder, el lugar
de libertarios, fugitivos y labriegos).
Como todo etnohistoriador maneja las relaciones del
hombre y sus circunstancias, las relaciones de los seres humanos con los
recursos naturales y con él mismo. Siguió la dialéctica de que el medio
ambiente hace al hombre y éste hace las relaciones de apropiación del medio
ambiente en su lucha por la adaptación y, al mismo tiempo, por la creación de culturas.
En su escrito “Apuntes para una Interpretación de la
Historia de Costa Rica”, Bosch señala que parte de la relación productiva de
los primeros pobladores de esa colonia
española fue con su entorno social, específicamente con el uso de los recursos medioambientales, dándole la oportunidad de
responderle para satisfacer su necesidad material (sobrevivir con alimentación
y abrigo) y espiritual (la del productor libre e independiente), forjador del carácter
nacional del país. Señala que el aislamiento
del pequeño propietario pobre y muy pobre, que no tenía recursos económicos, ni
siquiera para salir de su lugar de residencia a vender fuerza de trabajo o a comprar productos, se debía a que lo básico lo producía con la ayuda de la
familia y el medioambiente, y agrega: “Es probable que a eso contribuyera en
parte el clima de la meseta central, con sus largos meses de lluvia que
dificultaban el trato humano,”[1]
Haciendo referencia a la dificultad de
comunicación e intercambio con otros pueblos.
La relación del
hombre con los recursos naturales es extremadamente notoria en la obra
literaria de Juan Bosch, ya que determina sus personajes, sus actores. Esa
realidad la encontramos en toda su obra
sociopolítica e histórica. En su mundo de ficción y realismo social, los
personajes se mantienen en una lucha
perpetua con el medio, es decir, los
recursos asumen junto al espacio geográfico, la construcción de lo social, de subculturas
y psicologías de sus personajes. La ecología cultural marca su concepción de la
vida, sin temor a equivocarme.
Sus cuentos y sus dos novelas son expresiones muy evidentes
de cómo, en la concepción de Bosch, el medio ambiente condiciona y, en muchos
casos, determina al individuo y a la sociedad. Los recursos naturales son la paz,
siempre que se maneje de manera razonable. Solo para poner un ejemplo, en El Oro y La Paz, nos encontramos con míster
Forbes, el botánico internado en la selva haciendo maravillas con las flores, el
trabajo con la naturaleza como la mejor riqueza para el hombre, riqueza
material también, porque el señor Forbes
ganaba dinero cuando exportaba las especies cultivadas por él, Se puede
vivir en paz con el cultivo de la biodiversidad, término fundador de la sostenibilidad ambiental y el
desarrollo del individuo y los pueblos, basado en el estudio, el trabajo y el
arte, como Míster Forbes que no estaba depredando; cultivaba flores para vender sin
la necesidad de hacer daño a la naturaleza, que es lo mismo que decir a la sociedad.
O Angustia, la mujer que la selva absorbió y la convirtió en un ser primitivo,
incorporada a los grupos originarios, al extremo de rechazar más a los blancos
civilizados que los propios indígenas.
La obra sociopolítica del Profesor Juan Bosch constituye
un tesoro etnográfico dentro de las disciplinas sociales de este país y de
América.
Como etnohistoriador, la obra del humanista y
político dominicano está también marcada por esa relación espacial hombre-naturaleza.
Se observa claramente, en Composición Social Dominicana, que su trabajo intelectual
es pionero de la etnohistoria dominicana, como ocurre también con sus cuentos, llenos
de la mediación antropológica y manifestaciones epistemológica del
hombre simple, en especial del campesinado; el condicionamiento físico de los accidentes
geográficos y los recursos que el hombre
agota o cree agotar sin darse cuenta que se extingue así mismo, como el río que
se lleva todo lo que encuentra, el sol que quema y el polvo que asfixia, a lo largo
del camino. Le dio fuerza a la naturaleza
(lo biofísico) y su venganza perpetua, o de contracultura, que se
refleja en muchas de las manifestaciones
de este escritor.
En sus escritos están presentes cientos de ejemplos del
conocimiento tradicional del campesino cibaeño y su relación con los recursos naturales. En su cuento Guaraguo,
Bosch nos pone en contacto con ideas y creencias que el pueblo tiene sobre la
biodiversidad dominicana: “¿Usté los está
aguaitando? Bueno... Esos son querebebés. Atrás de los querebebés vienen las
golondrinas, atrás de las golondrinas viene el agua, y atrás del agua[H1] ... ¡Cristiano! Dios sabe lo que viene atrás
del agua". El presagio y la predicción de
los fenómenos atmosféricos están en sus cuentos. El monte era un espacio
donde nace el río. "A diez pasos corría el río; inmediatamente
después se alzaba el monte tupido: capá, quiebrahacha, amacey, algarrobo,
amapolo, palma. ¡Monte! ¡Monte¨.
El cuento El
Algarrobo, que relata un día de trabajo
de un hombre de campo, es similar a un estudio de caso, metodológicamente
hablando: “El hombre que estaba allá
adentro, en el corazón del monte, oía sólo dos cantos: el suyo y el del hacha.
De mañana empezó a tumbar la yaya y a los primeros golpes aletearon los
pajaritos. Piaron y se fueron. El hombre, duro, oscuro y desnudo de cintura
arriba, los siguió con la vista”.[2]
En su función como político y estadista, mostró comportamientos
sorprendentes, aprovechando cualquier ocasión para enseñar al pueblo sobre la
importancia de los recursos naturales. Siendo presidente electo y líder regional en América,
regresaba de un viaje a New York, tuvo en el avión un
encuentro con un joven agrónomo, la conversación que sostuvieron le maravilló
y fue motivo para explicarle al país sobre la
importancia de los agrónomos; dijo que
ese joven era una mina, e hizo referencia a la necesidad
que tenía República Dominicana de profesionales de su área y de veterinarios,
y de contratar expertos en la materia fuera de la nación.
Y siguiendo con la importancia que Bosch daba a los recursos
naturales, el líder político dijo en una
alocución, a propósito de un viaje realizado por las provincias Espaillat en
noviembre del 1962, que la nueva constitución
tenía que garantizar que los latifundios
que eran bosques no se tocarían por la reforma agraria durante 25 años.
Este fue un discurso promisorio para la reforestación,
porque además mandó a plantar árboles en las montañas, y que no se utilizarán los
terrenos en la parte alta de las cordilleras para el uso de la ganadería y que los potreros fueran hechos
en la parte media y baja de las mismas; además dijo que en los cafetales tenía que plantarse árboles
como sombra, sobre todo la guama para mejorar los suelos; nos estaba hablando
de sistemas agroforestales en esa época; de los árboles combinados con pasto,
nos estaba hablando de sistemas silvopastoriles, ambos conceptos tan vigentes
56 años después.[3]
En otro discurso pronunciado durante la inauguración
del Instituto Superior de Agricultura (ISA) en Santiago, a pocos días del golpe de estado septembrino,
exhortaba a los campesinos a aprender de las ciencias agrícolas. También señaló que el país había perdido
millones de pesos en los últimos 30 años por la destrucción de los árboles, por
el empobrecimiento de los suelos. Este
planteamiento lo hizo frente a sectores de poder emergentes en Santiago y el
embajador norteamericano John Bartlow Martin.
Manifestó de la necesidad de que existan ese tipo de instituto en todo
el país..[4]
El Profesor Juan Bosch habló durante décadas de la
necesidad de las presas para generar electricidad, irrigar y para el uso doméstico
de la población.[5]
Por esa razón, Juan Bosch “caminó” la Sierra de Bahoruco, a decir de los campesinos
de Puesto Escondido. En 2009, decían
“esos pinares eran de Juan Bosch”, porque lo vieron en la zona; la visitaba
porque estaba empeñado de que se hiciera la presa de Las Damas, en el río del
mismo nombre.
Todavía en el Toro, a 2,230 metros aproximados sobre
el nivel del mar, se conserva el lugar y la casa que Bosch ocupaba cuando
visitaba la cordillera, dicen que en ella llegó a dormir allí en su tránsito
desde Puesto Escondido, provincia Independencia, a Pedernales, zona
ambientalmente transfronteriza de vital importancia para República Dominicana y
Haití, ya que en ella se encuentran los Parques Nacionales Sierra de Bahoruco y
“Foresta de Pino” en Haití y donde habitan el mayor porcentaje de especies
endémicas, es decir, especies que solo existen de manera natural en la isla La
Hispaniola.
Como podemos apreciar, al Profesor Juan Bosch no solo le importaba el
destino de su pueblo en términos político y sociocultural, si no que también se
preocupó por el medioambiente y su sostenibilidad, garantía de un futuro
promisorio para las nuevas generaciones.
[2] Algarrobo, en Obras Completa. Tomo I. Pág. 41. Comisión
Permanente de Efemérides Patria, 2009 Santo Domingo).
[3] El
Caribe, 28 de noviembre de 1962Pag. 22, en Discursos
Políticos 1961-1966, en 4 tomos. Compilación y edición Orlando Inoa. Santo
Domingo. República Dominicana, 1998.
[4] El
Caribe, 18 de agosto de 1963, pág. 16, en Discursos Políticos 1961-1966 en 4
tomos. Compilación y edición Orlando Inoa. Santo Domingo. Presidencia de la
República Dominicana, 1998.
[5] Discursos
Políticos 1961-1966, en 4 tomos. Compilación y edición Orlando Inoa. Santo
Domingo. República Dominicana, 1998.