domingo, 20 de julio de 2014

La Naturaleza le cobrará a Justos por Pecadores

Por Pedro Taveras (pjtaveras@hotmail.com)


La sociedad

Para garantizar la   sostenibilidad de la sociedad dominicana, y de cualquier otra, como un ente vivo y sano es necesario  educar a la población sobre el manejo de los recursos naturales, el consumo y la producción  de energía.

La humanidad necesita trabajar  para   producir los nutrientes de su desarrollo y constante transformación a partir de fuerzas propias y foráneas; esto,   pecando un poco de biólogo, es lo que nos asemeja, como colectividad, a cualquier ser vivo.

La sociedad dominicana,   como ente vivo,   requiere de acciones educativas para que los habitantes de esta media isla podamos vivir en fraternidad con el medio ambiente que es el que nos da calidad de vida, de lo contrario, pereceremos en esta contienda de vivir contaminando nuestro  propio  mundo.
 
La otra parte de la isla Hispaniola es un ejemplo de cómo la desaparición de los ecosistemas naturales puede poner  en juego la vida de la propia población humana; ya que Haití se ha convertido en un cabezal de piedra, desapareciendo sus recursos naturales.

La amenaza de destrucción de nuestros recursos naturales incrementa la vulnerabilidad de la sociedad antes fenómenos como la sequía, temporada lluviosa, calentamiento global y los diferentes tornados que aparecerán con más intensidad en los próximos años.

En la República  Dominicana se han presentando en diferentes épocas y provincias fenómenos que han producido estragos, como los fuertes tornados que devastaron áreas de uno o dos  kilómetros cuadrados en Arenoso, Cevicos, provincia Sánchez Ramírez; y en la Yautía, Juan Adrián, Piedra Blanca, provincia Monseñor Nouel en 2008. “Nunca en mi vida había visto cosa semejante”, aseguró un campesino de una de las zonas afectadas; ni decir lo que sucedió en Dajabón, provincia de la frontera norte con Haití, años atrás, donde casas y árboles fueron  totalmente destruidos.


La energía

La Vida depende de la energía. La energía es vida. “Es la capacidad de la materia de producir trabajo en forma de movimiento, de calor, etc.” Las energías producen una cadena infinita de  grandes riquezas tanto en la naturaleza como en la vida humana.
      
 Las grandes riquezas del mundo han sido el producto de un trabajo  constante de hombres y mujeres interactuando en un tiempo  determinando. Las riquezas naturales es obra del accionar de la naturaleza durante cientos, miles y millones de años: por ejemplo  una gota de agua cayendo en una roca origina una caverna;  una brisita barriendo arena puede crear una montaña, como en el caso de las dunas.  En cuanto a la energía generada por la sociedad humana, podemos señalar que del trabajo de hombres y mujeres en perpetua interrelación han surgido grandes maravillas: desde el surgimiento de la percusión en el paleolítico al golpear la piedra, pasando por la revolución neolítica diez mil años atrás, hasta llegar a nuestros días, momento en que los seres humanos se han convertido en gigantes.

Hace aproximadamente un millón y medio de años que aparecen los cimientos culturales de las mujeres y los hombres de hoy. Desde  el arte rupestre, hasta nuestros días,  los seres humanos han construido la muralla  china, los grandes castillos, las obras hidráulicas, las grandes torres, las grandes ciudades  y otras mil maravillas que, junto a las exploraciones espaciales y la mirada satelital,  los han hecho dueños de la naturaleza y de todas sus especies vivientes,.


La mayoría de la población del planeta se beneficia de la bondad de los recursos naturales, muchas veces de manera irresponsable, sin importar si pertenecen a países ricos o pobres.

Aquel sueño del “hombre hermano del hombre” se ha invertido en el Hombre enemigo de Hombre y de la naturaleza; por eso busca  controlar la energía como poder y no como fuerza para satisfacción de necesidades vitales; tal vez ese ha  sido su grave error.     


Por lo tanto,  toda forma  de  producción y utilización  de la energía debe ser producto de un proceso,  que tiene como espina dorsal  el comportamiento  humano, la educación en función de las ya famosas  tres "r": reducir, reusar  y reciclar.


Reducir

Reducir, disminuir el uso de los productos,  implica  incrementar los ahorros, lo que conlleva al individuo, a la familia y a la sociedad a la acumulación de grandes capitales. Conocemos los casos  del régimen de austeridad de la Alemania de  la postguerra; y de Japón, que se levantó de las cenizas que dejaron las dos bombas más grandes (Hiroshima y Nagasaki) que ha conocido la humanidad, ambas naciones se convirtieron en grandes potencias, gracias a los niveles de ahorro (en parte) que llevaron a cabo en esos años.

Se nos educa para consumir. El consumismo envilece y embelese a la gente, es contraproducente al desarrollo sostenible de la especie humana; sobre todo, aumenta las consecuencias de la contaminación y el calentamiento global,  del que tanto se habla.

Cuba, salvando las diferencias con las realidades vivida por Japón y las demás sociedades de la postguerra, ha sobrevivido en la coyuntura  histórica de las últimas cinco décadas, a base de la reducción de los consumos. Su llamada revolución energética (en el sentido de las batallas de ideas libradas en los últimos años), se basó en  reducir consumos, no solo  reducción por escasez, si no por principio de dirección, por inspiración en un caso y por presión en otro. Se lanzaron a las calles contingentes de jóvenes trabajadores sociales, a los que el líder de aquel país llamó "los médicos del alma", porque hicieron posible la reducción de los consumos con menos descontento que en cualquier otra latitud, donde la gente no lo concibe.

El líder cubano libró una interesante lucha ideológica, buscando demostrar que ahorro o reducción de consumo innecesario, es fundamental para la vida del planeta, y pone como el solo cambio de bombillos incandescentes por fluorescentes, ya que millones de bombillas de alto consumo sustituidas por las de menor consumo se traduce en ahorro de millones de watts horas, y esto significa millones en divisas para los que no tienen hidrocarburo y menos emisión de gases contaminantes para la atmósfera.

Reusar

Reusar, volver a usar los productos sin transformarlos,  ha sido algo inconcebible, para las mentalidades consumistas. Hay que reusar  aquellos objetos no biodegradables, como son los plásticos, vidrios, metales, etc., sin caer, ¡claro esta!, en transgresiones a normas elementales de la seguridad y la salud.

En África del Sur está prohibido usar bolsas plásticas delgadas y  existen penalidades de años de prisión y miles de pesos de multas para los violadores. El grosor o calibre de las bolsas es determinante para que el producto pueda reusarse.

En Irlanda, como en muchos países, los clientes deben pagar por las bolsas plásticas, lo que conlleva a una reducción del consumo. La gente se preocupa por adquirir un producto de mejor calidad, que permita el reuso

En muchos países las medidas que de manera directa inducen a reducir, reusar  y reciclar  no se  cumplen y es pasto de los desaprensivos para crear confusión en el seno de la población, aprovechando los niveles de desconocimientos que   la gente tiene, sobre la importancia de reducir consumos, reusar  y reciclar  los materiales que van a la “basura”.

Reciclar
 
Reciclar es convertir deshechos en nuevos productos mediante la transformación. En China, como en otras naciones, encontramos ejemplos de cómo la gente anda en plazas y calles detrás de los transeúntes para que le entreguen la "basura" la cual es  reciclada  por pequeñas,  medianas y grandes empresas  que la venden como materia prima. También los taiwaneses hacen lo mismo.

En la China y en el resto de la región, donde se ha producido gran crecimiento económico, el componente reciclado es de primer orden para crear la materia con que elaboran  parte de los productos con que invaden el mundo.

En los casos de papeles y los cartones, cuando logramos una tonelada de productos reciclados estamos salvando 17 árboles de aproximadamente 20 años de edad que podrían ser  destinados para muchos usos o dejarlo para que ofrezcan los servicios ambientales vitales.

La "basura" plástica que en nuestras municipalidades constituyen un dolor de cabeza, es al mismo tiempo, una oportunidad para convertirla en materias primas que necesitamos para crear bienes y servicios.

Es de reconocimiento que ya en la República Dominicana comienza una incipiente industria del reciclaje, sobre todo de plásticos, tanto en la capital como en la zona norte, y eso se traducirá en grandes beneficios para el país, porque invertimos millones (US$) en comprar plásticos diversos, mientras tenemos toneladas de estos frente  a nuestras viviendas, en  las calles, esperando que los quiten del medio, mientras la madre naturaleza, inerme, desnuda, soportando con paciencia la degradación a que la someten, se prepara en silencio para devolvernos con creces, sin discriminación, el golpeo a la que la sometemos, entonces pagaremos justos por pecadores.        

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