Hace diez años que Arcadia Calderón, al igual que la mayoría de los habitantes de la comunidad de Los Ganchos ubicada en la cuenca alta del río Haina del distrito municipal San José del Puerto en Villa Altagracia, veía entrar y salir un camioncito de jornaleros que “sembraban palos” en la loma; eran jornaleros de Quisqueya Verde que venían de Básima y Guananito.
“Con palo no se come”, murmuraban algunos campesinos; ni Arcadia, ni la gente de la comunidad de Los Ganchos entendían que la reforestación era una cuestión de comida también.
La gente de Los Ganchos, salvo algunos de sus habitantes, no creyó en principio en el Plan Nacional Quisqueya Verde y por tales razones no participó en el proceso de reforestación de la zona; por lo que el mérito de esa labor les corresponde a los habitantes de Básima y Guananito.
Cuando Quisqueya Verde inició los trabajos de reforestación en esa loma, en 1997, justo entre las provincias Monseñor Nouel y San Cristóbal, lo hacía para proteger las microcuencas de los arroyos Guananito, Yabacoa, Juan Manuel y Arroyo Vuelta, el primero de la cuenca Haina y los otros tres de la cuenca Maimón. Con estas acciones llevaban el ingreso directo a más de cien familias que vivían en extrema pobreza, a las cuales se le mejoró su vivienda y muchas recibieron una nueva, las que conforman el barrio que la gente llama con el mismo nombre del Plan, al la altura del km. 56 de la carretera Duarte.
Cuando diez años atrás todo era diferente: pajones, quemas periódicas para mejorar un pasto incipiente; y más de dos millones de pequeños arbolitos sueltos en esas montañas de Dios, con voces agoreras vaticinando el fracaso del plan y que a veces llevaban a cualquiera a la desesperanza, se insistía en decirle a la gente que de esas plantaciones dependían los empleos del futuro.
Pasaron los años y esas tierras se cubrieron de esperanza.
PELAR VARAS UN NUEVO OFICIO
Ahora, con el relanzamiento del Plan Nacional de Reforestación Quisqueya Verde (2007) y al vivir la experiencia forestal de los últimos años, los habitantes de Los Ganchos, en el municipio de Villa Altagracia, clamaron por ser los nuevos jornaleros del Plan “porque aquí la gente se gana la comida con las varas de los raleos y hay muchos beneficios por esos palos”, como dijo uno de los campesinos que entregaba su cédula para integrarse a una brigada en ese frente de reforestación.
“Si yo no hubiera vendido mi parcela…”, decía un campesino, lamentándose, porque otro ha sacado buenos beneficios de lo que era su propiedad.
Doña Arcadia, más conocida por el apodo de “Juana”, quien ha estado enferma con dos operaciones en la columna y abuela de dos niños, dice sentirse bien porque en la cercanía de su casa trabaja pelando varas y, aunque no puede trabajar mucho por sus problemas de hernia discal, asegura que “se gana el arroz de su familia” y que puede pelar entre 20 y 40 varas al día, por las que cobra 10 pesos por cada una.
Contrario a Juana está Ricardo Calderón, alias “Negro”, su primo, quien pela de 40 a 60 varas “y a veces hasta 70, aunque no siempre” nos aclara este padre de cinco hijos, de los cuales tiene que mantener cuatro.
“Yo no pelo mucho, hay otros que pelan 70 y hasta cien varas, como Santo Vicente; vea, aquí hay gente que pela…”, nos explica Negro, mientras se echa al hombro la pala de corte con que quita la cáscara de la vara.
A Negro le preguntamos por qué él no formaba parte de la brigada, ya que siempre lo veía en las reuniones comunitarias donde se organizó el grupo de jornaleros que trabaja en la zona. Y nos contestó “Yo estoy apoyando la brigada, pero no me conviene trabajar en ella, porque pelando varas me puedo ganar de inmediato hasta 8 mil pesos al mes.”
Como a doscientos metros de donde nos encontramos con Juana y Negro, encontramos a dos niños con palas en manos, al preguntarles si iban a pelar varas nos contestaron que sí. “Ustedes son niños y no pueden trabajar, orientó Domingo, el técnico de Quisqueya Verde, haciendo referencia al trabajo asalariado. Nos dijeron que eran palos para su casa. En realidad eran unos cuantos puntales para la construcción de un rancho.
Cuando regresábamos, a la 1:30 de la tarde, nos encontramos con los dos niños que iban para la escuela, al vernos se rieron: “Quisqueya Verde”, dijeron.
Que haces buen viejo? siembro..
ResponderEliminarsiembro por lo que he degustado en agradecimiento, por aquellos que sembraron para mi. !Adelante Quisquella Verde! el fruto del agradecimiento estará presente en estas generaciones...GRACIAS AL BUEN GOBERNAR DE LEONEL F. REYNA.