La reforestación
(plantar árboles donde antes hubo) es una actividad muy importante cuando de sostenibilidad
ambiental se trate. Aunque es verdad que
República Dominicana en la materia ha salido del momento crítico, no debemos descuidarnos
del asunto, por lo que debemos continuar plantando árboles, obra muy apreciada
por la población dominicana.
En la lucha por
mitigar los efectos negativos del cambio climático, la producción de los
servicios ambientales (agua, suelos, electricidad, captación de carbono) y en la
dinamización de la economía local, los bosques han jugado un papel estelar que
no requiere de mucha explicación.
Desde el 1997, cuando se inició el plan nacional de reforestación Quisqueya Verde, hasta la fecha, las acciones de reforestación han dado sus frutos, al extremo que la República Dominicana ya ha alcanzado una de las metas del objetivo #7 (Garantizar la Sostenibilidad del medio ambiente) de desarrollo del milenio, pues más de 150 millones de árboles estarán creciendo en los campos dominicanos al cumplirse el plazo en 2015.
Pero, ¿ha sido
suficiente lo que se ha hecho? No, no es suficiente para detener las acciones de
reforestación, pero si es significativo,
porque se ha logrado un cambio de mentalidad en el país; claro está, en una región
más que en otra existe el interés de la gente de reforestar, por los beneficios
tangibles e intangibles que ofrece.
El Plan
Quisqueya Verde, que ejecuta el Ministerio Ambiente, surge con un decreto donde
se hace énfasis en el desarrollo sostenible de la nación dominicana. El Plan ha
tenido como una de sus premisas “La necesidad de establecer
una estrategia de lucha contra la pobreza, reconociendo que existe una estrecha
vinculación entre pobreza rural y la ausencia de manejo sostenible de los
recursos naturales”. Es decir, se tiene la lucha contra la pobreza como norte cuando nos proponemos reforestar.
El gobierno que encabeza el Presidente Danilo Medina ha priorizado en su gestión la atención a la gente, mediante la ejecución del 4% del presupuesto de la nación en favor de la educación y un amplio programa de microcréditos a diversos sectores de la producción, pero, si quiere casarse con la gloria, deberá continuar su modelo de atención ciudadana invirtiendo en el sector forestal que beneficia, sobre todo,a los campesinos y campesinas de la parte alta de las cuencas hidrográficas, ya que, además de repoblar sus zonas con árboles, podrían sostenerlo con planes de manejos forestales o mediante un pago por los servicios ambientales que pueden ofrecer esos bosques particulares a la mayoría de la población.
Es una
oportunidad más que tiene el gobierno de continuar combatiendo la pobreza
extrema en lugares estratégicos de la nación.
En los lugares
donde se reforesta se invierten recursos para crear los empleos de las futuras generaciones
de pobladores del país, cuyas
generaciones pasadas y presentes han dejado sus terrenos desprovistos de
bosques y en riesgo de perder su capacidad productiva al hacer un mal uso de los mismos.
El Plan Nacional
de Reforestación viene ejecutándose mediante el empleo de brigadas de
jornaleros comunitarios, quienes realizan el trabajo de reforestación en
terrenos de gente de las comunidades,
donde se ha creado la generación de ingresos para campesinos y campesinas muy
pobres; y, en menor medida, mediante las
donaciones de plantas y asesoramiento a los interesados.
Las brigadas
están compuesta por 10 jornaleros o jornaleras con una líder (se ha hecho norma
que sea una mujer la capataz) y pueden plantar al año entre 40 mil a 100 mil árboles
en una superficie que va de 500 a mil
tareas, dependiendo de las especies de árboles y de los lugares donde se
trabaja; son jornaleros y jornaleras comunitarios que al mes generan entre 64 a
70 mil pesos por cada 10 familias, pues se tiene como norma que cada jornal
vaya a una familia diferente evitando que dos trabajadores sean miembros de una misma familia o de una misma cocina o ingesta alimenticia.
Cuando el Estado
invierte en esta materia está mejorando la calidad de vida de la gente, pero al
mismo tiempo está invirtiendo en infraestructura estratégica en la mitigación
de desastres, y en la mejoría en la economía,
debido a que la nación ahorra divisas para la compra de madera y derivados de ésta.
En otras
palabras, la inversión en la reforestación está garantizada por la mejoría de
los participantes directos, así como por los beneficios de los servicios
ambientales que recibe la mayoría de la población.
Fotos Pedro
Taveras
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