jueves, 31 de diciembre de 2020

Del “Figureo” a la Etnofotografía en Reforestación

Por Pedro Taveras


Con el paso de los años, todo ha ido cambiando y con ellos el ser humano.  Cambios que se aceleraron en los últimos siglos en una parte de la humanidad, irrumpiendo la ciencia con los conocimientos y las reflexiones en torno al medio que les rodea.

Todo lo que el ser humano ha hecho, lo que le rodeó y lo que interpretó de la vida, está representado en los objetos que ha dejado y el arte rupestre, ese lenguaje o facultad de comunicar con dibujos, grabados y pinturas su medio ambiente. ¿Cuántas cosas nos pueden decir los rupestrólogos de las culturas pasadas sobre la siembra y la fauna? La respuesta es larga, pero no es el momento para tratar el asunto.

 Un lector del   artículo La Reforestación, ¿Solo un Mes?, publicado en este periódico, en el que señalamos que las fotos del “figureo” son parte de la reforestación, nos dijo que estábamos justificando esas cosas que él consideraba “mal”, y nos cuestiona: ¿Entonces hacer una “pantalla” de que están reforestando está bien? 

Es importante subrayar esta pregunta, porque la respuesta es de carácter antropológico (simbólico), no estadística de la campaña de reforestación, y un poco compleja si articulamos en esta lo estético también.

La pregunta es más importante de lo que pensamos, porque se trata de la imagen y  el ser humano, en el fondo, es parte de ella. La Imagen, es lo que siempre hemos querido comunicar, desde el arte de las cavernas hasta las fotografías  en tiempo real que se producen en el universo. Y cuando se trata de comunicar de manera efectiva, una foto, como momento único, vale por mil palabras.


Y en el caso que citamos tratamos sobre las fotos que la gente se hace durante las jornadas de reforestación, en las que en ocasiones una o más personas se hacen las fotos como si hubieran reforestado, aunque tal vez hayan plantado un arbolito o no; lo cual está bien, porque la foto comunica la acción, la foto habla y transmite un mensaje a los receptores, aunque no como resultado, ni como estadística; y eso es importante, aunque muchos no estén de acuerdo.

Desde los inicios de la humanidad el ser humano vivió en sus diferentes estadios evolutivos con la curiosidad de sembrar y plantar árboles y tubérculos (raíces) que pudieran dar frutos, los cuales escaseaban en los espacios de la recolección y excavación, labor acreditada a mujeres, según la antropóloga norteamericana Evelin Reed, en su libro sobre clases sociales y sexos.

En el mundo de la reforestación se ha dicho poco sobre la etnofotografía, se ha comunicado poco, aunque tenemos miles de años reforestando (como especie humana); y, de manera formal, cientos de años como estado, reino o gobernaciones, incluyendo a República Dominicana, como se observa en las estadísticas de lo que era antes la Secretaría de Agricultura y/ o en las publicaciones de la Secretaría de Educación y sus actos en honor al árbol en las escuelas en décadas atrás.

En lo más profundo del ser, la necesidad de la imagen propia, y la asociación con lo otro, con el medio ambiente, es lo que muchas veces nos motiva cuando nos introducimos en la fotografía.

La foto del “figureo”, en el momento que sea, es un acto legítimo del ciudadano para representar y reflejar lo que es o hace en ese momento, lo cual pone de manifiesto una faceta de su identidad; es un objeto de la realidad, sea esta la propia o la de otra persona; una foto con un  automóvil, una casa, un acto violento o altruista, podemos verlo como una fotografía que nos introduce a un contexto o a una realidad subcultural.

  ¨…cada imagen tiene historias de quienes se retratan (la persona desea que vean que él reforesta), de quienes toman la foto (atrapar la acción de reforestar) y del modo como esta se produce”, escriben los fotógrafos bolivianos Camilo Kunstek, L. y Monje García, E., tomando la idea del etnofotógrafo y maestro Diego Echevers.  Salvando las diferencias de los autores del artículo sobre la diversidad cultural, asumo la cita e interpreto la reforestación como acontecimiento, como viaje a lo rural o turismo de naturaleza.

En muchos casos de las fotos del voluntario de la reforestación, que no reforesta sino que solo sale en la imagen, iconográficamente ya ha hecho la reforestación, y es útil cuando se comunica: es el objeto mismo y al mismo tiempo se convierte en tres sujetos: Yo fotógrafo, Yo Imagen y Yo pongo mi técnica como selfi.  Para concluir y siguiendo al maestro boliviano, indican: “…Así la propuesta estética se convierte en un encuentro, en un diálogo, un testimonio de vida”. (Camilo Kunstek, L. y Monje García, E. (2020) La Fotografía como Testimonio de la Diversidad Cultural. Novamérica Fotografía. No.168 pag.17. Los paréntesis son míos, PT).


La fotografía como generadora de registro visual, escribe el maestro dominicano Juan Guzmán, es, al mismo tiempo de testimonio reconocido como parte esencial de nuestro acervo cultural, un activador de la conciencia de la identidad y de nuestra memoria, sin la que sería imposible reconocer aquello que nos define” (Guzmán, J. (2020) Fotografía e Identidad…Novamérica Fotografía. pág. 62)

Hacerse una foto, verla y hacer que otro la vea (en periódicos, redes o mostrarla de manera personal) es una realización del sujeto, la manera mágica de reproducir la realidad y de producirla en el otro.

La gente va al campo a reforestar y lo primero que quieren es la foto, muchos se hacen la foto y ya terminaron de reforestar, ya se sienten realizados cuando ven la imagen en el momento. Y continúen o no en el trabajo, la imagen es el acto mismo y es la realidad para todos los que la ven con un móvil, una publicación o frente a su ordenador en el momento y lugar donde se encuentren; el receptor entiende que se reforestó, el mensaje llegó, sea que éste se encuentre en la cercanía, en una calle de Asunción (Paraguay) o un parque urbano de Dalian en China.

Más allá del figureo, que es obvio y no se puede negar, la imagen de una persona reforestando es la realidad misma de quien toma la foto y del fotografiado; igual pasa en la falsedad de una publicidad, en muchos casos, pero eso es tema de otra discusión.

Terminamos con las palabras de otro maestro de la fotografía, el Brasileiro Érico Hiller, citado en el editorial de la revista Novamerica: “…insisto en la fotografía. Es en las pequeñas cosas que encontramos caminos fértiles para la verdadera transformación”. 

La Reforestación ¿Sólo un mes?

Por Pedro Taveras

Foto Pedro Taveras

La reforestación es un proceso largo, ya que  tarda años  ver surgir un bosque.   Inicia con la recolección de semillas que se producen en árboles  plantados o elegidos en el monte para esos fines; luego, dichas semillas, se llevan a un centro de producción (vivero), muchas veces previo a un tratamiento (Banco de Semillas), y cuando se producen las plántulas o arbolitos se trasladan al campo para ser plantados por las brigadas de reforestación, por personas individuales a quienes se les donan plantas, o por grupos de voluntarios que de manera masiva participan en Octubre en las actividades del Mes de la Reforestación, coordinados por al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Nos referimos a este proceso debido  a que es común escuchar las críticas al programa de reforestación que se viene realizando en República Dominicana, ya que muchas personas piensan  que las jornadas que se realizan en Octubre u otras que puedan darse durante  el año, que es lo que definen muchos como reforestación: “son pantallas, que  se realizan para posar en fotografías”, “son  grupos que  van al figureo” y otras aseveraciones que  nos motivan a  explicar el proceso, sin negar que algunas personas e instituciones acudan a las jornadas para obtener cobertura de la prensa y redes sociales; pero la mayoría participan de dichas jornadas porque sienten  compromiso con  la sostenibilidad de los recursos naturales y la preservación del medioambiente.

Cabe subrayar que el “figureo” es parte importante del Mes de la Reforestación porque expresa lo lúdico de un día  de esos voluntarios junto a los recursos naturales, quienes regresan a sus casas cansados y sudados (salud), con la experiencia de haber plantado arbolitos o haber visto a sus compañeros o compañeras cómo lo plantan (conocimiento y productividad), los cuales al crecer darán servicios ambientales vitales. En general, en las jornadas de reforestación hechas con voluntarios son plantados cientos de miles de arbolitos en las cuencas altas de los principales ríos.  

En el octubre, Mes de la Reforestación, días antes de iniciar las jornadas, las brigadas preparan los terrenos para plantar los arbolitos por parte de un voluntariado de diversas instituciones que van al campo aprovechando las lluvias y humedad de esta época. 

Foto Pedro Taveras
Los miembros de las brigadas son los héroes anónimos que están detrás de esos cientos de miles de arbolitos que se plantan durante el Mes de la Reforestación cada año, sumados a millones que se plantan a lo largo del año y  este 2020 no ha sido la excepción; pese a la pandemia el Presidente de la República encabezó el inicio de las jornadas de Octubre y el propio  Ministro de Medio Ambiente se mantuvo participando en varias de las tantas jornadas realizadas en todo el país, al igual que otras personalidades públicas.

Hay que reconocer que días antes de cada jornada la brigada compuesta por hombres y mujeres, encabezada por un técnico, prepara el sitio donde se va a realizar la misma, haciendo chapeo en franjas, como se observa en la foto, y en estas se hacen  los desyerbos circulares (coronas) de unos 50 centímetros aproximados de diámetros, entre 2.5 a 3 metros de distancia uno del otro, donde se hacen hoyos para introducir los arbolitos y dejarlos plantados por los voluntarios o por las propias brigadas que reforestan durante el año y que ayudan ese día.

El mismo día o al siguiente  de  la jornada la realizada la actividad la brigada de la zona de la zona se dedica a reparar los errores que cometen  los voluntarios, como son hoyos vacíos, enderezar  arbolitos mientras se aprieta el suelo y en muchas ocasiones, cuando hay sequía y se dispone de agua cercana, mojarlos. A esto se le agrega el mantenimiento y la protección permanente contra animales e incendios.

Esa manera de hacer la reforestación, con bajas y altas, es la que ha dejado evidencia de que vale la pena llevarla a cabo y que el país no debe bajar la guardia en esa lucha por mantener la cobertura boscosa aceptable y no caer en la situación de deforestación que vive el vecino país de Haití.