Por Pedro Taveras
Todo lo que el ser humano ha hecho, lo que le rodeó y lo que interpretó de la
vida, está representado en los objetos que ha dejado y el arte rupestre, ese
lenguaje o facultad de comunicar con dibujos, grabados y pinturas su medio
ambiente. ¿Cuántas cosas nos pueden decir los rupestrólogos de las culturas
pasadas sobre la siembra y la fauna? La respuesta es larga, pero no es el
momento para tratar el asunto.
Un lector del artículo La Reforestación, ¿Solo un Mes?, publicado en este periódico, en el que señalamos que las fotos del “figureo” son parte de la reforestación, nos dijo que estábamos justificando esas cosas que él consideraba “mal”, y nos cuestiona: ¿Entonces hacer una “pantalla” de que están reforestando está bien?
Es importante subrayar esta pregunta, porque la respuesta es de carácter antropológico (simbólico), no estadística de la campaña de reforestación, y un poco compleja si articulamos en esta lo estético también.
La pregunta es más importante de lo que pensamos, porque se trata de la imagen y el ser humano, en el fondo, es parte de ella. La Imagen, es lo que siempre hemos querido comunicar, desde el arte de las cavernas hasta las fotografías en tiempo real que se producen en el universo. Y cuando se trata de comunicar de manera efectiva, una foto, como momento único, vale por mil palabras.
Y en el caso que citamos tratamos sobre las fotos que la gente se hace durante las jornadas de reforestación, en las que en ocasiones una o más personas se hacen las fotos como si hubieran reforestado, aunque tal vez hayan plantado un arbolito o no; lo cual está bien, porque la foto comunica la acción, la foto habla y transmite un mensaje a los receptores, aunque no como resultado, ni como estadística; y eso es importante, aunque muchos no estén de acuerdo.
Desde los inicios de la humanidad el ser humano vivió en sus diferentes estadios evolutivos con la curiosidad de sembrar y plantar árboles y tubérculos (raíces) que pudieran dar frutos, los cuales escaseaban en los espacios de la recolección y excavación, labor acreditada a mujeres, según la antropóloga norteamericana Evelin Reed, en su libro sobre clases sociales y sexos.
En el mundo de la reforestación se ha dicho poco sobre la etnofotografía,
se ha comunicado poco, aunque tenemos miles de años reforestando (como especie
humana); y, de manera formal, cientos de años como estado, reino o
gobernaciones, incluyendo a República Dominicana, como se observa en las
estadísticas de lo que era antes la Secretaría de Agricultura y/ o en las
publicaciones de la Secretaría de Educación y sus actos en honor al árbol en
las escuelas en décadas atrás.
En lo más profundo del ser, la necesidad de la imagen propia, y la asociación
con lo otro, con el medio ambiente, es lo que muchas veces nos motiva cuando
nos introducimos en la fotografía.
La foto del “figureo”, en el momento que sea, es un acto legítimo del ciudadano
para representar y reflejar lo que es o hace en ese momento, lo cual pone de
manifiesto una faceta de su identidad; es un objeto de la realidad, sea esta la
propia o la de otra persona; una foto con un
automóvil, una casa, un acto violento o altruista, podemos verlo como
una fotografía que nos introduce a un contexto o a una realidad subcultural.
¨…cada imagen tiene historias de quienes se retratan (la persona desea que vean que él reforesta), de quienes toman la foto (atrapar la acción de reforestar) y del modo como esta se produce”, escriben los fotógrafos bolivianos Camilo Kunstek, L. y Monje García, E., tomando la idea del etnofotógrafo y maestro Diego Echevers. Salvando las diferencias de los autores del artículo sobre la diversidad cultural, asumo la cita e interpreto la reforestación como acontecimiento, como viaje a lo rural o turismo de naturaleza.
En muchos casos de las fotos del voluntario de la reforestación, que no reforesta sino que solo sale en la imagen, iconográficamente ya ha hecho la reforestación, y es útil cuando se comunica: es el objeto mismo y al mismo tiempo se convierte en tres sujetos: Yo fotógrafo, Yo Imagen y Yo pongo mi técnica como selfi. Para concluir y siguiendo al maestro boliviano, indican: “…Así la propuesta estética se convierte en un encuentro, en un diálogo, un testimonio de vida”. (Camilo Kunstek, L. y Monje García, E. (2020) La Fotografía como Testimonio de la Diversidad Cultural. Novamérica Fotografía. No.168 pag.17. Los paréntesis son míos, PT).
Hacerse una foto, verla y hacer que otro la vea (en periódicos, redes o mostrarla de manera personal) es una realización del sujeto, la manera mágica de reproducir la realidad y de producirla en el otro.
La gente va al campo a reforestar y lo primero que quieren es la foto, muchos se hacen la foto y ya terminaron de reforestar, ya se sienten realizados cuando ven la imagen en el momento. Y continúen o no en el trabajo, la imagen es el acto mismo y es la realidad para todos los que la ven con un móvil, una publicación o frente a su ordenador en el momento y lugar donde se encuentren; el receptor entiende que se reforestó, el mensaje llegó, sea que éste se encuentre en la cercanía, en una calle de Asunción (Paraguay) o un parque urbano de Dalian en China.
Más allá del figureo, que es obvio y no se puede negar, la imagen de una persona reforestando es la realidad misma de quien toma la foto y del fotografiado; igual pasa en la falsedad de una publicidad, en muchos casos, pero eso es tema de otra discusión.
Terminamos con las palabras de otro maestro de la fotografía, el Brasileiro Érico Hiller, citado en el editorial de la revista Novamerica: “…insisto en la fotografía. Es en las pequeñas cosas que encontramos caminos fértiles para la verdadera transformación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante